La vida consagrada de la Diócesis de Cartagena celebra mañana su día
Con
motivo de la XXV Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que cada año se celebra
en la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, el obispo auxiliar de
la Diócesis de Cartagena y delegado episcopal para la Vida Consagrada, Mons.
Sebastián Chico, ha hecho balance de la salud de esta realidad eclesiástica.
Según los datos aportados por el prelado, la Diócesis de Cartagena cuenta con
un total de 685 personas consagradas, que forman 103 comunidades repartidas por
toda la Región de Murcia, de las cuales, cabe destacar, que 49 son novicias y
16 postulantes. La vida religiosa femenina conforma el 87 % del total, mientras
que los religiosos ocupan el 13 % restante.
Mons.
Chico afirma que «es una alegría contar con tal número de comunidades,
religiosas y, sobre todo, de jóvenes que se preparan para vivir este estado de
vida». Al mismo tiempo, en relación a los números aportados, expresa que sí hay
vocaciones: «¡Vocaciones hay! La cuestión es si estamos haciendo bien nuestro
trabajo para hacer que afloren y si aquellos que son llamados tienen la
valentía de decirle sí al Señor».
La
Diócesis de Cartagena ha convertido en tradición la anticipación de la
celebración de esta jornada, adelantándola al sábado anterior al 2 de febrero.
De esta manera, la celebración diocesana tendrá lugar mañana, a las 11:00
horas, en la catedral, presidida por el obispo diocesano, Mons. José Manuel
Lorca Planes, acompañado por Mons. Chico. El aforo se verá reducido por motivos
de la pandemia, aunque se espera que acudan a la jornada representantes de las
diversas comunidades. Para que todos los consagrados de la Diócesis puedan
seguir la celebración, Popular Televisión la retransmitirá desde su canal de YouTube.
Esta
jornada es un momento «de unión y para dar gracias al Señor, y rogarle que siga
bendiciendo a la Iglesia con abundantes vocaciones a la vida consagrada», expresa
el obispo auxiliar, añadiendo un mensaje para todas las comunidades: «La
primera misión de los consagrados es vivir su consagración al Señor, y en
consecuencia tenéis la tarea de vivir la misión de la Iglesia en profundidad y
con entereza. Sois un signo particular de la redención de Cristo en medio de
nuestro mundo; vuestra vida es una gran enseñanza para toda nuestra Iglesia, al
igual que las parábolas. Así, en una posada en el rincón más inhóspito de una
barriada o en el coro más bello de cualquier monasterio, allí os convertís –con
vuestra vida, con vuestro testimonio, con vuestro hacer – en aceite y vino para
las heridas del mundo; vendaje y hogar de la salud de Dios. La vida consagrada,
se convierte en una parábola de fraternidad para este mundo herido».
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